Cerca de 30.000 familias con niños pasan hambre en España, la mitad de
los pobres ya no pueden comprar medicamentos, ni seguir ningún
tratamiento médico. Cuatro de cada diez personas viven por debajo de los
8.000 euros al año, y 60.000 menores de edad han pasado o pasan hambre
con frecuencia, lo que significa que no comen casi nada durante el día y
no cenan nunca por la noche, según recoge el DIARIO DE SEVILLA en su
edición de 20 de junio del 2011, de un estudio realizado por LA CAIXA
Dicho así, con la frialdad y crueldad que hablan los números, podríamos pensar que tales afirmaciones se refieren a países lejanos, a esos hombres mujeres y niños que habitan en lugares que parecen dejados de la mano de Dios, pero no es así. Estos son algunos datos que nos ofrece un estudio realizado por La Caixa para argumentar un programa de ayudas que lleva aplicando cinco años, en un total de diez ciudades españolas.
Del estudio se desprende que las familias monoparentales, especialmente de mujeres solas con hijos, y las formadas por un cabeza de familia menor de 44 años, sin estudios y en paro, son las más precarias y proclives a caer en situación de exclusión severa.
El 39,5% de los 72.425 hogares con niños atendidos por el programa CaixaProinfancia, unas 29.000 familias, están pasando hambre o la han sufrido frecuentemente durante los últimos diez años. Además, El informe destaca que el 52,4% de éstas tienen a todos sus miembros en paro, en un 28% el sustentador principal es desempleado de larga duración y un 37% tienen a alguien desempeñando un empleo irregular.
En términos generales, el perfil del hogar en el que viven los niños que atiende CaixaProinfancia es el de una familia pobre (87%), en situación de exclusión social (88%), con un sustentador principal que tiene entre 33 y 44 años de edad (68%) y en la mitad de los casos es de origen inmigrante. Además, este cabeza de familia no ha cursado más allá de la Educación Secundaria Obligatoria (68%).
Las condiciones en las que viven estas familias estudiadas son muy precarias, la mayoría habitan casas muy pequeñas (apenas tocan a 15 metros cuadrados por persona), 27.000 están en viviendas muy deterioradas y llenas de humedades, un 34% vive en condiciones de hacinamiento, un 3% no dispone de agua caliente y 53.000 familias reconocen que ya no pueden comprar ni fármacos para luchar contra una enfermedad.
Según explicaron el coordinador del Equipo de Estudios de Foessa, Francisco Lorenzo; el director general de Fundación La Caixa, Jaume Lanaspa; su director del Área de Integración, Marc Simón; y el subdirector General de Familia, Infancia y Voluntariado del Ayuntamiento de Madrid, Juan Manuel Camacho; estos datos no son extrapolables al conjunto de la población española, donde la tasa de pobreza infantil alcanza el 25%.
El programa, que se centra en potenciar la educación y salud de los menores hasta 16 años, ha atendido a más de 172.000 niños y 99.222 familias desde que se puso en marcha en 2007. Activo en diez grandes ciudades españolas, el plan supone una inversión de 154 millones de euros anuales y una ayuda (en programas, apoyo y dinero en efectivo) de casi 700 euros de media por año y niño, informó orgulloso a la prensa Jaume Lanaspa.
Así viven los pobres españoles, esos a los que no vemos mendigar en las calles pero que no tienen lo mínimo necesario para llegar a fin de mes y como siempre, aquí y en todo el mundo, esa pobreza se ceba con los niños y los colectivos más vulnerables.
Dicho así, con la frialdad y crueldad que hablan los números, podríamos pensar que tales afirmaciones se refieren a países lejanos, a esos hombres mujeres y niños que habitan en lugares que parecen dejados de la mano de Dios, pero no es así. Estos son algunos datos que nos ofrece un estudio realizado por La Caixa para argumentar un programa de ayudas que lleva aplicando cinco años, en un total de diez ciudades españolas.
Del estudio se desprende que las familias monoparentales, especialmente de mujeres solas con hijos, y las formadas por un cabeza de familia menor de 44 años, sin estudios y en paro, son las más precarias y proclives a caer en situación de exclusión severa.
El 39,5% de los 72.425 hogares con niños atendidos por el programa CaixaProinfancia, unas 29.000 familias, están pasando hambre o la han sufrido frecuentemente durante los últimos diez años. Además, El informe destaca que el 52,4% de éstas tienen a todos sus miembros en paro, en un 28% el sustentador principal es desempleado de larga duración y un 37% tienen a alguien desempeñando un empleo irregular.
En términos generales, el perfil del hogar en el que viven los niños que atiende CaixaProinfancia es el de una familia pobre (87%), en situación de exclusión social (88%), con un sustentador principal que tiene entre 33 y 44 años de edad (68%) y en la mitad de los casos es de origen inmigrante. Además, este cabeza de familia no ha cursado más allá de la Educación Secundaria Obligatoria (68%).
Las condiciones en las que viven estas familias estudiadas son muy precarias, la mayoría habitan casas muy pequeñas (apenas tocan a 15 metros cuadrados por persona), 27.000 están en viviendas muy deterioradas y llenas de humedades, un 34% vive en condiciones de hacinamiento, un 3% no dispone de agua caliente y 53.000 familias reconocen que ya no pueden comprar ni fármacos para luchar contra una enfermedad.
Según explicaron el coordinador del Equipo de Estudios de Foessa, Francisco Lorenzo; el director general de Fundación La Caixa, Jaume Lanaspa; su director del Área de Integración, Marc Simón; y el subdirector General de Familia, Infancia y Voluntariado del Ayuntamiento de Madrid, Juan Manuel Camacho; estos datos no son extrapolables al conjunto de la población española, donde la tasa de pobreza infantil alcanza el 25%.
El programa, que se centra en potenciar la educación y salud de los menores hasta 16 años, ha atendido a más de 172.000 niños y 99.222 familias desde que se puso en marcha en 2007. Activo en diez grandes ciudades españolas, el plan supone una inversión de 154 millones de euros anuales y una ayuda (en programas, apoyo y dinero en efectivo) de casi 700 euros de media por año y niño, informó orgulloso a la prensa Jaume Lanaspa.
Así viven los pobres españoles, esos a los que no vemos mendigar en las calles pero que no tienen lo mínimo necesario para llegar a fin de mes y como siempre, aquí y en todo el mundo, esa pobreza se ceba con los niños y los colectivos más vulnerables.
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