El ministro de Justicia ha anunciado su retirada de la vida política tres horas después de que Rajoy encerrara su proyecto definitivamente en un cajón
El ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, durante la comparecencia en la que ha dimitido./ EFE
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Se va. Alberto Ruiz-Gallardón ha anunciado esta tarde su dimisión, tan sólo tres horas después de que el presidente del Gobierno aparcara definitivamente su contrarreforma de la ley del aborto.
Visiblemente nervioso, el titular de Justicia ha comparecido ante los medios de comunicación, arropado por su equipo, para ofrecer un discurso lacrimógeno con el que, además, ha confirmado que no sólo deja el Ministerio, sino también su escaño en el Congreso y su puesto como miembro del Comité Ejecutivo nacional del PP. "Mi vida sale de la política", ha sentenciado rotundo, tras asumir "con humildad" toda la responsabilidad de su fracaso.
Mariano Rajoy no quería perder más votos de cara a las próximas municipales y autonómicas de 2015 y decidió guardar en un cajón el polémico anteproyecto de Ley Orgánica para la defensa de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazadaa. Gallardón, en cambio, afirmó hasta el último momento que la norma saldría aprobada del Consejo de Ministros antes de que finalizara el verano. Como no fue así, eligió justo la fecha en la que ha llegado el otoño para marcharse.
"No he tenido la capacidad de convertir en proyecto de ley el anteproyecto" al que el Consejo de Ministros dio luz verde el pasado mes de diciembre, admitió. "Y entiendo que la nueva fórmula que se articula (para reformar la ley del aborto) no podía ni debía hacerla quien desde el primer momento mostró su compromiso con lo que entendió que era la voluntad del Gobierno y de la sociedad española", justificó.
El titular de Justicia, de 55 años, que llevaba al frente del Ministerio desde diciembre de 2011 —cuando el Partido Popular llegó al poder con mayoría absoluta— ha cumplido así con la amenaza que, después de amagar varias veces con su marcha, nadie en el PP creía que fuera a llevar a cabo. En la oposición, en cambio, ya le daban por políticamente muerto esta mañana en el Congreso. Con su marcha, la crisis en el Gobierno de Mariano Rajoy llega antes de lo esperado.
Pese al escaso apoyo que desde las filas del PP le profesaron con respecto a su contrarreforma, Gallardón insistió en defender a sus compañeros de Gobierno y de partido. "Ha sido una experiencia inolvidable", repitió una y otra vez, afirmando que se va "sin rencor" y "sin dolor". Es más, agradeció "la ayuda, la solidaridad, la confianza y la complicidad" del resto del Ejecutivo y hasta llegó a asegurar que ha sido "el Gobierno que mejor relación interna ha tenido".
"Siempre dije que este sería mi último puesto de responsabilidad en la política, he llegado al final de una época fascinante de mi vida, que me ha dado más de lo que yo le he dado a ella. He tenido la oportunidad de intentar la transformación de la realidad", añadió el ministro, casi con lágrimas en los ojos.
Siguiendo con la línea sentimental, pidió perdón a sus adversarios y se le rompió la voz cuando agradeció a su familia (su hijo Ignacio estaba presente durante el discurso) el apoyo dedicado a su carrera política. Incluso tuvo palabras de recuerdo para su padre, quien le llevó de la mano a militar en el Partido Popular, y recordó el consejo que le dio entonces: "Rodéate siempre de gente mejor que tú y así, tal vez, conseguirás ser tan bueno como ellos".
Por todo ello, dijo, se va "con sentido de deuda". "No me voy con el sentido de que nadie me deba nada ni tenga nada que agradecerme", agregó. E insistió en que no sentía "desautorizado" por Rajoy. "Más que desautorizado siento que no he sido capaz de cumplir con el encargo del Gobierno", sentenció. E informó de que su decisión, que ya fue comunicada a Rajoy el pasado viernes, fue fruto "de una reflexión profunda y prolongada en el tiempo.
Así, reconoció que él mismo daba por perdida la aprobación de su reforma desde "finales de julio, principios de agosto" a pesar de que "ningún miembro de la dirección del PP" se había dirigido "directamente" a él para pedirle una rectificación, a pesar de que en numerosas comparecencias públicas tanto la número dos del Gobierno como su homóloga en el partido (María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, respectivamente) mostraron su malestar con la normativa antiabortista. "En Política siempre hay que estar preparado para agredecer las compañías y no extrañarse de las soledades", admitió, pero aun así insistió en que no tiene "ningún reproche que hacer".
Y volviendo al 'mea culpa' que durante más de media hora entonó Gallardón, el ministro hizo balance de sus 30 años en política. "Sería arrogante decir que no cambiaría nada; siempre, cuando miras atrás, hay que tener una mirada crítica", opinó tras reconocer que le hubiese gustado "decir a los votantes que creyeron que íbamos a sacar ese poryecto que el proyecto estaba en marcha". "Tengo muchos defectos pero si alguno no tengo es que jamás he sido autocomplaciente", añadió. "En la vida no se alcanzan todos los éxitos, pero soy lo suficientemente optimista como para pensar que ha merecido la pena", concluyó.
¿Y ahora qué? Su futuro inmediato —y el del Ministerio al completo— ha quedado en el aire, como él mismo ha reconocido. "Existen diferentes alternativas: se puede publicar el decreto de cese mañana mismo o puede posponerse; y ya no me corresponde a mí decidir si se nombra un sustituto inmediato, se le encargan mis funciones a otro miembro del Gobierno o permanezco un tiempo en funciones", expuso. Así que Gallardón se va dejando en el tejado de Rajoy la pelota de su sustitución mientras éste vuela hacia China.
Visiblemente nervioso, el titular de Justicia ha comparecido ante los medios de comunicación, arropado por su equipo, para ofrecer un discurso lacrimógeno con el que, además, ha confirmado que no sólo deja el Ministerio, sino también su escaño en el Congreso y su puesto como miembro del Comité Ejecutivo nacional del PP. "Mi vida sale de la política", ha sentenciado rotundo, tras asumir "con humildad" toda la responsabilidad de su fracaso.
Mariano Rajoy no quería perder más votos de cara a las próximas municipales y autonómicas de 2015 y decidió guardar en un cajón el polémico anteproyecto de Ley Orgánica para la defensa de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazadaa. Gallardón, en cambio, afirmó hasta el último momento que la norma saldría aprobada del Consejo de Ministros antes de que finalizara el verano. Como no fue así, eligió justo la fecha en la que ha llegado el otoño para marcharse.
"No he tenido la capacidad de convertir en proyecto de ley el anteproyecto" al que el Consejo de Ministros dio luz verde el pasado mes de diciembre, admitió. "Y entiendo que la nueva fórmula que se articula (para reformar la ley del aborto) no podía ni debía hacerla quien desde el primer momento mostró su compromiso con lo que entendió que era la voluntad del Gobierno y de la sociedad española", justificó.
El titular de Justicia, de 55 años, que llevaba al frente del Ministerio desde diciembre de 2011 —cuando el Partido Popular llegó al poder con mayoría absoluta— ha cumplido así con la amenaza que, después de amagar varias veces con su marcha, nadie en el PP creía que fuera a llevar a cabo. En la oposición, en cambio, ya le daban por políticamente muerto esta mañana en el Congreso. Con su marcha, la crisis en el Gobierno de Mariano Rajoy llega antes de lo esperado.
Pese al escaso apoyo que desde las filas del PP le profesaron con respecto a su contrarreforma, Gallardón insistió en defender a sus compañeros de Gobierno y de partido. "Ha sido una experiencia inolvidable", repitió una y otra vez, afirmando que se va "sin rencor" y "sin dolor". Es más, agradeció "la ayuda, la solidaridad, la confianza y la complicidad" del resto del Ejecutivo y hasta llegó a asegurar que ha sido "el Gobierno que mejor relación interna ha tenido".
"Siempre dije que este sería mi último puesto de responsabilidad en la política, he llegado al final de una época fascinante de mi vida, que me ha dado más de lo que yo le he dado a ella. He tenido la oportunidad de intentar la transformación de la realidad", añadió el ministro, casi con lágrimas en los ojos.
Siguiendo con la línea sentimental, pidió perdón a sus adversarios y se le rompió la voz cuando agradeció a su familia (su hijo Ignacio estaba presente durante el discurso) el apoyo dedicado a su carrera política. Incluso tuvo palabras de recuerdo para su padre, quien le llevó de la mano a militar en el Partido Popular, y recordó el consejo que le dio entonces: "Rodéate siempre de gente mejor que tú y así, tal vez, conseguirás ser tan bueno como ellos".
Por todo ello, dijo, se va "con sentido de deuda". "No me voy con el sentido de que nadie me deba nada ni tenga nada que agradecerme", agregó. E insistió en que no sentía "desautorizado" por Rajoy. "Más que desautorizado siento que no he sido capaz de cumplir con el encargo del Gobierno", sentenció. E informó de que su decisión, que ya fue comunicada a Rajoy el pasado viernes, fue fruto "de una reflexión profunda y prolongada en el tiempo.
Así, reconoció que él mismo daba por perdida la aprobación de su reforma desde "finales de julio, principios de agosto" a pesar de que "ningún miembro de la dirección del PP" se había dirigido "directamente" a él para pedirle una rectificación, a pesar de que en numerosas comparecencias públicas tanto la número dos del Gobierno como su homóloga en el partido (María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, respectivamente) mostraron su malestar con la normativa antiabortista. "En Política siempre hay que estar preparado para agredecer las compañías y no extrañarse de las soledades", admitió, pero aun así insistió en que no tiene "ningún reproche que hacer".
Y volviendo al 'mea culpa' que durante más de media hora entonó Gallardón, el ministro hizo balance de sus 30 años en política. "Sería arrogante decir que no cambiaría nada; siempre, cuando miras atrás, hay que tener una mirada crítica", opinó tras reconocer que le hubiese gustado "decir a los votantes que creyeron que íbamos a sacar ese poryecto que el proyecto estaba en marcha". "Tengo muchos defectos pero si alguno no tengo es que jamás he sido autocomplaciente", añadió. "En la vida no se alcanzan todos los éxitos, pero soy lo suficientemente optimista como para pensar que ha merecido la pena", concluyó.
¿Y ahora qué? Su futuro inmediato —y el del Ministerio al completo— ha quedado en el aire, como él mismo ha reconocido. "Existen diferentes alternativas: se puede publicar el decreto de cese mañana mismo o puede posponerse; y ya no me corresponde a mí decidir si se nombra un sustituto inmediato, se le encargan mis funciones a otro miembro del Gobierno o permanezco un tiempo en funciones", expuso. Así que Gallardón se va dejando en el tejado de Rajoy la pelota de su sustitución mientras éste vuela hacia China.
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