Todas las directrices económicas dictadas por los grandes poderes financieros a los gobiernos, ya sean estos nacionales o supranacionales, como la UE, han tenido un doble objetivo bastante claro: preservar el lucro del capital a costa de debilitar el poder del trabajo. Y el trabajo es el único motor que, como venimos insistiendo en esta revista, es capaz de generar riqueza real. Así ha quedado confirmado en todos y cada uno de los informes socioeconómicos mundiales o de España que han sido publicitados en el último cuatrimestre de este año. “Este sistema asesino mata hambrientos en lugar de matar el hambre y está en guerra contra los pobres, pero no contra la pobreza” sentenciaba E. Galeano. La mitad de la renta mundial está en manos del 1% de la población más enriquecida del planeta. Siete de cada 10 personas en el mundo han visto cómo sus rentas, procedentes del trabajo, han ido progresivamente disminuyendo en los últimos 30 años. Los pobres, cada vez más empobrecidos. Y lo
EL CONOCIMIENTO PROTEGE, LA IGNORANCIA NOS PONE EN PELIGRO