Entre varios frentes de guerra, 1,2 millones de desplazados yemeníes sufren los bombardeos y el embargo en el que antes del conflicto ya era uno de los países más pobres del mundo. Ahlan Nasser es una de los más de 1,2 millones de desplazados internos yemeníes. Viene de Al Buq, paso fronterizo con Arabia Saudí; una de las zonas más castigadas por los bombardeos de la coalición liderada por el Reino del Desierto para luchar contra la milicia de los Huthis, que combate contra el Gobierno de Saná en una guerra tribal, que desde 2014 ha dejado ya más de 3.300 muertos, la mitad de ellos civiles. Riadas de pequeños campamentos informales minan el camino al sur, hacia Saná, la capital. Ahlan, junto con otras 65 familias, habita el de Darawan, a 40 kilómetros al norte de la capital. A sus 20 años se ha llevado lo peor de la guerra. Ha perdido tres hijos, uno por cada mes de bombardeos. Embarazada de siete meses, Ahlan no tuvo tiempo para lutos. Hoy se aferra a la pequeña Rahma, de 10