27 de septiembre a las 23:19 · Cuando le quitaron el sonotone en la UCI del Hospital Doctor Negrín, un silencio atroz se apoderó de su pequeño y débil cuerpo, de su alma atormentada, tras noventa años de sufrimiento en el instante final de la muerte. Le llegó la imagen de su hermano asesinado, la cama ensangrentada, el olor a ron, a tabaco negro de los fascistas, las risas de los falangistas y guardias civiles mientras violaban a su madre. Fue aquella madrugada de agosto del 36 cuando aquellos hombres golpearon la puerta de su casa, su padre llevaba días escondido en algún lugar de la isla de Gran Canaria, su madre abrió y se escuchó el estruendo, tiraban los muebles, registraban cada rincón, el humilde ropero con la ropa de sus hermanos, el instante del culatazo en la cabeza de Samuel, cuando el muchacho de 16 años les hizo frente, la sangre inundando el suelo, las paredes, el viejo camastro donde dormía junto a Roberto y Esteban, sus hermanos menores. Ñito nunca entendió lo qu
EL CONOCIMIENTO PROTEGE, LA IGNORANCIA NOS PONE EN PELIGRO