Los capataces complementaban con agua con sal sus escasas raciones de comida.
61 niños de ocho a 17 años explotados como braceros en un rancho del Estado de Coahuila (norte de México) han sido rescatados por las autoridades. La finca se encuentra en el municipio de Ramos Arizpe, a menos de 300 kilómetros de Estados Unidos. Los menores cobraban seis dólares por jornadas de diez horas en las que recolectaban cebollín y calabaza.
México ocupó en 2014 el primer lugar en América Latina en el Índice Global de Esclavitud de la ONG Walk Free con más un cuarto de millón de víctimas, sobre todo adultos, en sectores como el agrícola, el minero y el del turismo.
Los niños, liberados junto a 28 mayores de edad, estaban sometidos a un régimen esclavo: dormían en colchonetas en cobertizos, se levantaban a las cinco de la mañana y desayunaban café con un pan. Por el día les daban dos raciones escasas de comida y agua con sal para que no se deshidratasen en medio del clima desértico de Coahuila. Al final de la jornada tenían que haber empacado –por cada grupo de tres– más de 3.000 piezas de calabaza o cebollines para poder recibir su salario.
El rancho, según la investigación, es de la empresa ProKarne, que en su página web se marca como objetivo "abastecer a nuestros clientes de productos cárnicos con la mejor calidad, a través de personal competente, tecnología punta y precio justo". Las autoridades estiman que, aparte de los 61 rescatados, otros 200 menores habrían escapado. Sigue la búsqueda para encontrarlos. Entre los rescatados, según El Zócalo, una niña dijo: "Queremos quedarnos aquí. Allá no tenemos para comer".
Los menores, la mayoría chicos pero también chicas, tenían orden de no salir de sus cobertizos más que para ir al campo a trabajar ocultos en camiones. No les dejaban acercarse a la carretera, y si veían por allí a algún oficial debían encerrarse hasta que no hubiese nadie merodeando. Tenían dos baños, con una ducha sin agua caliente.
Autor: Pablo de Llano
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