El proyecto de Código aprobado establece dos
regímenes: el de la dependencia laboral a partir de los 14 años, la percepción
de un salario no inferior al mínimo nacional y una jornada de ocho horas con
dos horas de permiso para el estudio, además de un horario que no puede
sobrepasar las diez de la noche. ¿Alguien piensa que los niños en estas condiciones
van a poder “trabajar” estudiando en serio? ¿Y esto no es importante para cambiar
las condiciones de explotación de toda la población?
El segundo régimen, denominado “por cuenta propia”,
admite el trabajo de menores entre diez y catorce años con previa autorización
de la Defensoría
de la Niñez y
Adolescencia. La denominación “por cuenta propia” alude al desempeño del menor
que “sin formar parte de la actividad familiar o comunitaria realiza sin que
exista relación de subordinación o dependencia laboral”. Es decir, se legaliza
la “autoexplotación infantil”. La asociación de “niños trabajadores de
Bolivia” considera este acuerdo un éxito.
Los niños explotados en Bolivia son ejército de casi un millón de
personas con niños, niñas y adolescentes en la zafra (cosecha) de caña de
azúcar, de castaña (nuez amazónica); en la minería (principalmente como
perforista o encargo de colocar cargas explosivas de dinamita), en las
ladrilleras, en el expendio de bebidas alcohólicas y recolección de desechos
que afecten a la salud, de limpiabotas, en prostitución, en manejo de
maquinaria peligrosa, en los basureros,…
Las leyes, aún aprobadas sólo
para un sector de ellos, no dejan lugar a dudas sobre la intención de que
Bolivia siga siendo un país explotado y empobrecido.
¿Esa es la “cultura” que se
quiere sostener? ¿Acaso hay que sostener “tradiciones” que atenten contra la
promoción de las personas sólo porque son “tradiciones”? Evo Morales ha firmado
una sentencia de cadena perpetua sobre la infancia.
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