A las siete de la tarde del pasado 16 de febrero, en medio de un temporal que, entre otras consecuencias, llenó de goteras el Hospital Meixoeiro de Vigo, Silvia Lago, de 96 años, ingresó en el centro con un problema respiratorio aparentemente leve, asegura su familia. Con casi 40 camas cerradas por las filtraciones de agua, muchas de ellas de la planta de Geriatría, su familia se encontró con Urgencias colapsado y repleto de pacientes. Fue el escenario donde Silvia encontró la muerte, después de pasar 20 horas entre boxes y pasillos. De madrugada, la paciente cayó de la camilla y ya no recobraría el sentido, aunque el Sergas asegura que el golpe que recibió en la cabeza no guarda relación con el fallecimiento.
“Fue una muerte indigna, compartiendo box con otros dos enfermos y sus familiares, y sin que nadie acertara a darnos una explicación clara”, acusa María Rubianes, su hija, que no duda en vincular la muerte de su madre con la saturación que esos días vivió el hospital. “No la vimos caer de la camilla. Probablemente fue un descuido de un auxiliar de enfermería sobrecargado de trabajo, pero no le culpamos a él, sino a quienes permiten que un hospital público viva un desastre como el que nosotros padecimos”, añade. Fuentes del Sergas reconocen que el fallecimiento de un paciente tras pasar 20 horas en Urgencias “no es lo deseable”, pero lo atribuyen a un “pico asistencial que coincidió con múltiples factores”, en alusión al cierre de camas por las filtraciones de agua.
Tras la caída, hacia la una de la madrugada, a la anciana le realizaron un TAC. “Todo salió correctamente, no se le encontró ninguna complicación”, argumentan las mismas fuentes del Sergas, que hacen hincapié en la elevada edad de la paciente y en que no son inusuales los fallecimientos en Urgencias. “En ningún momento se desatendió al enfermo”, garantizan. La familia lo ve de forma muy distinta: “Fue una auténtica vergüenza, la edad de mi madre no es disculpa para lo que pasó; cuando todo son recortes se tienen estas consecuencias”.
Muchas son las preguntas que se hace la familia de Silvia. La principal, “cómo se pude dejar en Urgencias a una persona que duerme durante 14 horas seguidas después de recibir un golpe en la cabeza, diga el TAC lo que diga”. Hasta las tres de la tarde, hora del fallecimiento, y a excepción del tiempo que duró la tomografía, la anciana permaneció entre pasillos y boxes del servicio, toda la noche repletos de pacientes, en su mayoría ancianos.
La hija de Silvia destaca que, a pesar de la avanzada edad de su madre, su paso por el hospital era casi “rutinario”. “Ya el año pasado ingresó por la misma afección de bronquios, le hicieron unas pruebas y en dos días le dieron el alta”, recuerda. Aunque fuentes hospitalarias y la familia coinciden en que llegó en estado somnoliento, sus hijos aseguran que, tras aplicarle oxígeno, recobró la conciencia y hasta el buen humor. Los médicos decidieron que pasara la noche en el hospital para hacerle más pruebas. Pero la caída lo cambió todo.
El escenario esa noche no solo era caótico en Urgencias, sino en todo el hospital. “Entraba la lluvia por las ventanas, por el techo, por todas partes, y los ancianos que como mi madre ingresaban en Urgencias, allí quedaban por los pasillos”, relata la hija de Silvia. La familia también se pregunta qué pasó con las barras de protección de la camilla: “No sé si no las anclaron bien, si no estaban en condiciones o si fue un descuido, lo que sé es que se supone que un hospital está para que te cuiden, no para que te dejen morir”.
“La caída del enfermo es un hecho que lamentamos, pero la evolución de la paciente y las pruebas realizadas apuntan que no tuvo nada que ver con el fallecimiento”, sostiene el Sergas. El Servizo Galego de Saúde también señala que la realización de las obras de rehabilitación de fachadas para evitar las filtraciones de agua, anunciadas recientemente, evitarán que en el futuro se repita el cierre de camas en el Meixoeiro, el segundo hospital más grande de Vigo.
La situación que se encontró Silvia Lago a fue, pese a todo mejor, que la que padeció el Meixoeiro una semana antes, cuando se llegaron a cerrar 41 camas a causa de goteras y filtraciones. El 12 de febrero, hasta 13 pacientes permanecieron durante horas pendientes de ingreso y sin cama de hospitalización. Durante esos días, los ingresos por urgencias se incrementaron en un 30%, con picos de hasta 100 pacientes diarios. El problema ha sido reiteradamente denunciado por el personal de enfermería, que debe dedicar una parte de su tiempo a redistribuir pacientes. Después de varios meses de abundantes lluvias y reiteradas goteras y filtraciones en el hospital vigués, el pasado 20 de febrero los trabajadores protagonizaron una protesta concentrándose ensu interior ataviados con chubasqueros, paraguas y gafas de bucear. Además del cierre de camas y el colapso en urgencias que se vivió en los días más lluviosos, las humedades llegaron a alcanzar el almacén de quirófanos, según los sindicatos.
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