La absolución del agente que mató el pasado agosto al joven Michael Brown vuelve a desatar la ira de la población, que se echa a la calle para protestar y protagoniza fuertes disturbios
Estados Unidos se convirtió ayer en un campo de batalla después de la decisión del gran jurado de Missouri de no imputar a un policía blanco de haber matado el pasado agosto a Michael Brown, un adolescente negro desarmado, en la ciudad de Ferguson, cerca de Saint Louis.
La conclusión de no presentar cargos contra Darren Wilson, el agente que tiroteó a Brown, hizo estallar al país, que registró en numerosas ciudades multitudinarias manifestaciones en contra de lo que consideran una discriminación racial.
Sin embargo, fue Ferguson el epicentro de los disturbios, donde los enfrentamientos entre la Policía y los activistas se saldaron con al menos 61 detenidos.
Los más de 500 congregados, al grito de «sin Justicia no hay paz», lanzaron botellas y ladrillos contra vehículos policiales y varios escaparates de tiendas fueron destruidos. Por su lado, las Fuerzas de Seguridad, que aseguraron que los concentrados estaban «reunidos de forma ilegal», emplearon gases lacrimógenos para contener las revueltas y varios testigos hablaron de la utilización de bombas de humo por parte de los agentes, mientras que los periodistas informaron de disparos de armas de fuego.
El jurado, compuesto por tres ciudadanos negros y nueve blancos, consideró que no había indicios suficientes para imputar a Wilson, que disparó a Brown, causándole la muerte, el pasado 9 de agosto, después de un altercado. La muerte del joven, de 18 años, desató graves incidentes en Ferguson, de 200.000 habitantes. Entonces, los manifestantes reclamaban una investigación judicial amplia, mientras el policía alegó defensa propia durante su actuación.
Tras darse a conocer la absolución, estallaron nuevos enfrentamientos en la ciudad. El gobernador de Missouri ya había declarado el estado de excepción la semana pasada y movilizado a la guardia nacional.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defendió la decisión del gran jurado. «Somos una nación que se basa en el principio del estado constitucional», afirmó horas después de conocerse el auto. «Y fue tarea del jurado decidir sobre ese caso», añadió. Al mismo tiempo, el mandatario llamó a no reaccionar con protestas violentas. «No hay ninguna disculpa para la violencia», dijo e instó a la policía a acompañar las protestas pacíficas con precaución y contención.
Obama añadió que toda la situación es, además, un ejemplo de los desafíos a los que se enfrenta EEUU. Aún existe profunda desconfianza entre los negros y la Policía, sostuvo. «Sigue habiendo problemas y las comunidades negras no se están inventando eso», admitió.
Por su parte, la familia de Brown se mostró muy crítica con la decisión del jurado. «Estamos profundamente decepcionados por el hecho de que el asesino de nuestro hijo no tenga que responder por las consecuencias de sus actos», comunicaron los padres a través de su abogado.
Al mismo tiempo, llamaron a los manifestantes en contra de esta decisión a mantener la calma. «Responder a la violencia con más violencia no es la reacción adecuada», añadieron en un documento publicado en una red social.
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