Roberta Leonardi, de 21 años, ha tocado el corazón de Francisco y Francisco ha sabido tocar el corazón de su familia.
Se llama Roberta Leonardi. Es la muchacha de 21 años, con discapacidad desde su nacimiento, el “ángel” que besó este sábado el Papa Francisco al detener su coche en una carretera de Calabria.
El video, grabado por un testigo, se convirtió en viral pocos minutos después de ser publicado en Internet.
La escena tuvo lugar en la carretera que une Sibari con Cassano, junto a la casa en la que vive Roberta. El Papa pidió detener el coche en el que viajaba, un simple Ford Focus, pues había visto las pancartas que la familia de la muchacha había colocado junto a la casa: “Párate. Aquí hay un ángel que te espera”.
“Hicimos los carteles en la mañana”, cuenta la mamá de Roberta, Filomena Seminara, explicando que no podían asistir al encuentro público del Papa, pues la muchacha no puede ausentarse de su casa durante largos momentos.
“Nos pusimos junto a la carretera, con la camilla de Roberta —sigue aclarando a los periodistas—. Nada más vernos, hizo una señal al conductor y bajó del coche”.
El Papa se acercó directamente a abrazar a la joven, en su camilla, mientras los presentes, profundamente emocionados, aplaudían.
Entre ellos encontraba el papá de Roberta, Mauro Leonardi, las hermanas Pamela, Teresa y Emilia, los abuelos, y una sobrina pequeña, que se llama precisamente como ella, Roberta.
Después, el Papa bendijo a los presentes y subió de nuevo al coche, entre la emoción general.
La mamá de Roberta reconoce: “he recibido una gracia inmensa cuando el Papa tocó a mi hija”.
La hermana, Pamela, añade: “Este Papa es así. Tiene grandes gestos de humanidad”.
El video, grabado por un testigo, se convirtió en viral pocos minutos después de ser publicado en Internet.
La escena tuvo lugar en la carretera que une Sibari con Cassano, junto a la casa en la que vive Roberta. El Papa pidió detener el coche en el que viajaba, un simple Ford Focus, pues había visto las pancartas que la familia de la muchacha había colocado junto a la casa: “Párate. Aquí hay un ángel que te espera”.
“Hicimos los carteles en la mañana”, cuenta la mamá de Roberta, Filomena Seminara, explicando que no podían asistir al encuentro público del Papa, pues la muchacha no puede ausentarse de su casa durante largos momentos.
“Nos pusimos junto a la carretera, con la camilla de Roberta —sigue aclarando a los periodistas—. Nada más vernos, hizo una señal al conductor y bajó del coche”.
El Papa se acercó directamente a abrazar a la joven, en su camilla, mientras los presentes, profundamente emocionados, aplaudían.
Entre ellos encontraba el papá de Roberta, Mauro Leonardi, las hermanas Pamela, Teresa y Emilia, los abuelos, y una sobrina pequeña, que se llama precisamente como ella, Roberta.
Después, el Papa bendijo a los presentes y subió de nuevo al coche, entre la emoción general.
La mamá de Roberta reconoce: “he recibido una gracia inmensa cuando el Papa tocó a mi hija”.
La hermana, Pamela, añade: “Este Papa es así. Tiene grandes gestos de humanidad”.
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